Tocar es Dar Vida  – Miguel Ángel

 

Durante mi carrera me han llegado clientes (hombres) quienes tienen dificultad para conectar con su ser íntimo, y en particular con su pareja, o que sienten que les falta una conexión corporal, lo cual resulta en que viven con mucho estrés, ansiedad, o bien, no saben cómo canalizar sus propias sensaciones o emociones.

Lo que me conmueve de estos casos es la gran honestidad de la situación. Y su esfuerzo por ir a terapia corporal en búsqueda de mejorar su conexión con el cuerpo, conciencia y salud emocional, es una acción un tanto difícil que suele conllevar el admitir su propia vulnerabilidad.

Cuántos otros se mantendrán callados…

… aquellos que no sepan cómo conectar o con quién platicar.

Desde hace poco, ha circulado en Internet este artículo bastante popular acerca del tacto y los hombres: How a Lack of Touch is Destroying Men, (‘Cómo la falta de Tacto Destruye a los Hombres’), y, no te imaginas el gusto que me da ver este tema saliendo a la luz.

Motivada para entender más de esto, busqué que mi mentor Dr. George Russell, quiropráctico, fundador de Getting Better Bodywork y maestro de Masaje en Swedish Massage Institute en la Cuidad de Nueva York, ¡compartiera su perspectiva para la comunidad aquí en VIVE RADIANTE!

¡Y dijo que sí!

Mi mentor, el Dr. George Russell, nos habla acerca de este tema a veces controversial de los hombres y el tacto (en un ambiente terapéutico) y simplemente me FASCINA, ¡sí!, me FASCINA su respuesta.  Aquí se los comparto (y por favor, tengan presente que él nos dice eso desde su perspectiva, según lo que pasa en EE. UU.)


“Muchas de las personas que vienen a verme, especialmente hombres solteros y casados de más de 40 y con familia, están hambrientos de tacto. Una diferencia de género es que los hombres no suelen saber eso. Una lesión crónica puede resultar en una ventaja para algunos, ya que les permite recibir contacto.

En comparación con otras culturas, los americanos no son gente que toquen. Nuestra gente no suele recibir terapia de tacto. Tan solo el 21 porciento de la población recurre a las así llamadas terapias ‘alternativas’ (lo cual significa, cualquier cosa que no requiera de un doctor), así que el porcentaje que recibe tacto es aún menor.

Y no solo eso. La mayoría de las personas piensan que el bodywork es objetivo. No obstante, como lo señaló Irene Dowd, siempre que tocas a una persona, esta te toca recíprocamente. Aquello que hace a un trabajador corporal más sensible que otro es justo que dicho bodyworker puede leer los mensajes que les llegan del cuerpo del cliente, así que suelen saber acerca de tensión en sitios que no tocan, o tan solo cuán profundo habrán de tocar para obtener el mayor beneficio. No es magia. Es la ‘sabiduría somática’ de una persona, que escucha y habla mediante el tacto. La conexión simpática del trabajador de tacto y el cliente (simpatía justo significa ‘sentir con’) lo que da la calidad de profunda conexión en una sesión de bodywork para algunos clientes.

A nuestra cultura le falta el lenguaje para la sensación física así como para el mensaje de ida y vuelta que ocurre entre un trabajador corporal y un cliente. A falta de lenguaje, tal vez conozcas algo sin estar consciente de que lo sabes, ya que no lo puedes expresar, ni a ti mismo siquiera. Y los mensajes van de ida y vuelta a menudo. Yo solía decir que estos iban y venían diez veces por segundo, pero mi más acucioso colega Doug MacKenzie dice que esto ocurre al menos cien veces por segundo. Un bodyworker podrá sentir el tacto impactando y fluyendo desde el cliente de forma abundante. Pero el cliente, al contar con prácticamente cero lenguaje aplicable, tan solo podría conocer, o expresar, que el o la trabajador(a) corporal es ‘bueno/a’. Ellos no saben que están enviando mensajes conscientes e inconscientes al bodyworker, los que se leen más rápido de lo que la mente puede registrar.
Todo esto ocurre sin el lenguaje hablado. Tan solo piensa en cómo el prestar atención a esto podría cambiar la forma en la que das y/o recibes tratamiento.

Algo distintivo de la cultura americana es que resultamos a la vez puritanos y pornográficos. Y esto no es contradicción. El sexo y espíritu, al fluir de forma saludable, coexisten en mutua alineación. Un signo de esto es que cuando o el sexo o el espíritu se tornan pervertidos y obsesivos, suelen hacerlo en conjunción también. El puritanismo y la pornografía son dos lados de la misma moneda. Y cuando estos aparecen, el tacto y la sensación se pueden volver inmorales y peligrosos.

La mayoría de adultos que no tienen niños pequeños asocian el tacto ya sea con el sexo o el dolor. Pero el tacto comunica miles de cosas — la forma del cuerpo y la conexión de sus partes, emociones, pensamientos y patrones en movimiento, la sensación de la piel como un contenedor suave y fuerte, y la sensación de tensión sostenida en partes del cuerpo (los patrones de tensión siempre son una respuesta a retos que enfrenta la persona en el ambiente o en la memoria). El tacto de alguien más podrá ser un alivio, un recordatorio, o una invitación a ‘intentar más suavemente’ en vez de más intenso, un descanso de la vigilancia, la expresión no-verbal de consideración humana, y muchas cosas más.

En nuestra cultura, los adultos mayores así como los adolescentes son los menos tocados (piensa en las implicaciones, diferentes así como fatales), pero los hombres suelen estar, por lo general, privados del tacto, y como veremos después, el tacto entre los hombres, y cualquier tipo de intimidad, así sea en actitud y a la distancia, se ha asociado con la homosexualidad. Y el concepto, reforzado a lo largo de la infancia y aun en la adolesencia y vida universitaria y profesional, de que el tacto en sí es una forma de depredación y que hemos de protegernos de tal, y que el tocar a mujeres U hombres trae problemas.

Los hombres obtienen terapia de tacto menos de lo que ocurre con las mujeres. De hecho, los hombres americanos no tocan ni obtienen nada de tacto más allá del contexto del sexo, el deporte o la violencia. Como sugiere el artículo que sigue, en nuestra cultura, el tacto entre los hombres resulta particularmente un tabú, o cuando menos algo sospechoso. El concepto de recibir tacto diseñado para relajar podría resultar amenazador para algunos hombres, especialmente si el tacto lo proporciona un hombre.

Retirarse del cuerpo es retirarse de la sensación, y el retirarse de la sensación es retirarse del yo. Un retiro de nuestros cuerpos es un retiro de el sentir, y en consecuencia apartarse de la intimidad y la empatía. Piensa acerca de las implicaciones para el comportamiento social, la violencia y sexualización del yo y los demás. “

– Escríto por Dr. George Russell

 

 


 

Me fascina este tema y sobre todo en mi propia carrera como bodyworker, maestra y terapeuta.

Pero más bien… ¡¡¡QUIERO CONOCER TU OPINIÓN!!!

¿Qué opinas del artículo? ¿Es controversial? Has vivido algo similar?

En México, ¿piensas tú que es diferente de lo que señala el Dr. Russell?

Lo que yo sí creo que es importante recordar la gran gran importancia del nivel de salud que tiene el tacto así como la sensación para TODOS.  No solo para los hombres, sino para todas y todos.

Cada vez más nos encontramos menos humanos, más tecnológicos, más violentos, más frios, pasando horas en la oficina, y menos conectados a la naturaleza, nuestras raíces, sensaciones e intimidad. Te invito esta semana a reflexionar acerca de tu propia necesidad de tacto, intimidad, sensación y placer.

Espero, cuando menos, que este correo hoy te pueda motivar a procurar dar un abrazo a alguien.

Un abrazo del alma, lo cual permita conectar, sentir y observar.

Reconoce la ausencia del tacto.  La ausencia de sensación e intimidad. Y también la ausencia que existe en ti.  Así, lo puedes ver con amor y compasión, a través de también tu propia parte humana.

Abrazos,

Ashley

Gracias a mi querido maestro Dr. George Russell por sus perspectivas y por contribuir al artículo de hoy en Vive Radiante.  Si gustas seguirle, puedes hacerlo aquí.

 


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